Faltan exactamente cuatro meses para el 7 de agosto, fecha de cierre de alianzas para las próximas elecciones nacionales del 26 de octubre, y si bien parece una eternidad, la estrategia de cada espacio ya se está jugando. Cuando dentro de un mes se haga el congreso provincial del Frente Renovador, puede haber una definición que mantenga el equilibrio de fuerzas o que rompa el fiel de la balanza en Chubut.
Para entender lo que está en juego y las estrategias en danza, lo primero que hay que recordar es la última foto electoral de Chubut, donde la elección nacional a diputado finalizó con un escenario de tercios que se repartieron: La Libertad Avanza (con Javier Milei en la boleta); Unión por la Patria (el mundo peronista con PJ y Frente Renovador juntos); y finalmente Despierta Chubut (PRO junto a UCR y el espacio de Ignacio Torres).
Estas tres fuerzas en la categoría Diputados Nacionales hace dos años, se quedaron con el 94 % de los votos positivos -sumaron 291 mil de un total de 310 mil- y ubicaron una banca cada una. Pero en 2025 sólo habrá en juego dos bancas, y ahí está el quid de la cuestión, porque quien salga tercero, así sea por un voto, se quedará sin nada.
Todos los consultados y especialistas en la cuestión electoral, coinciden en que es muy probable que este escenario de tercios se repita en octubre, aunque lo que difiere en las opiniones es el orden de los más votados y la diferencia de los porcentajes. Más allá de estos matices, hay mayoría de miradas que creen que estas tres fuerzas van a acaparar el mayor caudal de sufragios.
Ahora bien, la cuestión a dilucidar pasa por si se va a mantener el mismo armado, y aquí es donde distintos actores juegan sus fichas. Porque hay que recordar que el frente de Unión por la Patria -que sumadas las elecciones provinciales y las nacionales de 2023 fue el único que siempre superó el umbral de los 100 mil votos- fue integrado por un gran combo de partidos, entre los que estaba el massismo, con el sello del Frente Renovador.
Por eso el dato que nos toca analizar en esta oportunidad, dispara una pregunta: ¿Qué pasa si la sociedad entre PJ y FR se rompe en Chubut? El espacio del massismo ¿tiene peso como para desequilibrar los tercios yendo de manera independiente?
Disputa interna
Luego del último congreso nacional del Frente Renovador que se realizó a mediados de marzo en Parque Norte, quedaron claras dos cosas: por un lado, que Sergio Massa reafirmó la unidad con el peronismo para lo más inmediato y trascendente en materia electoral, como son CABA y provincia de Buenos Aires.
Y por el otro, que cada distrito deberá definir su propia estrategia. En este punto, hay que decir que en Chubut hay una división de aguas muy marcada: de una parte, los que pugnan por mantener el acuerdo electoral con el justicialismo provincial; y de la vereda de enfrente, los que pulsan por romper y armar algo de manera independiente.
Poniendo nombre y apellido a los bandos, dentro de la conducción local del partido, están las figuras del presidente Alejandro Sandilo y del intendente de Corcovado, Ariel Molina, quienes pulsan por salirse de la alianza con el PJ; mientras en frente, están la diputada Vanesa Abril y el ex ministro Cristian Ayala, quienes aseguran que el mandato de Massa es mantener el pacto con Unión por la Patria.
En medio de estas aguas, navega la figura del ex gobernador Mariano Arcioni, amigo muy cercano de Massa pero que continúa afiliado a Chubut Somos Todos, por lo que en sentido estricto no integra las filas del FR, sí bien estuvo presente en el congreso en Parque Norte.
Cuentan que el planteo de Arcioni es “hay que hacer lo que diga Sergio”, pero en rigor de verdad, la pregunta que flota es cuál es la ascendencia del ex gobernador en las filas del FR de Chubut, donde la última palabra en materia de alianzas la tendrán los convencionales que votarán en la próxima reunión que se hará en Puerto Madryn el 10 de mayo.
Más allá de las declaraciones mediáticas que hayan realizado algunos referentes luego del congreso, sabido es que la política se hace en el cara a cara y no bajando línea por títulares en los diarios. Para definir una alianza con el peronismo alguien debería reunir las voluntades de los que votan, y según el run run previo, no sería extraño que ocurra todo lo contrario, y se termine firmando un documento para enviar a Massa respecto a la decisión de no volver a reeditar la sociedad con el PJ.
Da la sensación de que, más allá de posteos en redes y declaraciones radiales, el “trabajo fino” el “puerta a puerta” entre la dirigencia la están realizando algunos actores de manera silenciosa. Y la duda que surge es, si por mayoría los dirigentes votan una postura que no es del agrado de Massa, ¿van a intervenir el partido en Chubut?
Estrategia con lista propia
La estrategia contraria a ir pegados al PJ en Chubut en octubre, consistiría en animarse a armar una lista propia de candidatos del Frente Renovador, que incluso buscaría sumar a otros partidos locales y llevar otro nombre de fantasía, para estar incluidos en una boleta que -como se sabe por la ley aprobada en el Congreso- será única de papel para todos los espacios.
De avanzar ese camino, la nueva carta orgánica habilitaría al Tribunal Electoral a proclamar en caso de que haya una única lista presentada, y todos los caminos apuntan a un protagonista en particular: el actual intendente de Corcovado, Ariel “Tapado” Molina.
A Molina le ocurre lo mismo que a otro nombre que está circulando como posible candidato en el PJ, como es Dante Bowen: ambos van por su tercer mandato consecutivo como intendentes y no pueden ser reelegidos.
Molina apareció como figura nueva de la política allá por 2015, de la mano del PRO y dentro del armado provincial de Cambiemos que era el debut del macrismo junto a la figura del precandidato a gobernador, Ricardo Irianni. Luego se acercó al dasnevismo y tuvo una buena relación con Mariano Arcioni, a quien acompañó en 2019 como candidato de Chubut al Frente, cuando fue reelegido.
Los cuatro años siguientes lo tuvieron incluso como miembro del gabinete provincial, en el que trabajó un tiempo en 2020 junto a Andrés Meiszner, con quien mantiene una buena relación. Cuando regresó a la intendencia, enfrentó una feroz oposición del Concejo Deliberante, que lo obligó a que la localidad vote junto a las elecciones nacionales y no el 30 de julio con las provinciales, como quería Molina.
En la tortuosa sociedad del arcionismo con Juan Pablo Luque en 2023, hubo una ruptura que involucra al mismo Molina, quien dijo que jamás va a perdonar que los socios del PJ le hayan puesto un candidato propio en Corcovado, al que derrotó en octubre. Para el intendente, fue una muestra de falta de códigos y un divorcio definitivo. Por eso salió a declarar en las últimas semanas que si el FR vuelve a asociarse al peronismo renuncia al partido.
Quienes hablan con Molina aseguran que estaría dispuesto a asumir una candidatura y encabezar una lista, algo que ya se habría charlado incluso con varios de sus colegas cordilleranos, quienes verían con buenos ojos que alguien de la zona encabece una propuesta ante tanto nombre comodorense que se impone en las listas en los últimos turnos electorales.
La obsesión de Molina sería armar una carrera propia pensando en 2027 y de paso dañar al justicialismo, más todavía si Juan Pablo Luque llega a ser candidato. En caso de confirmarse, los votos que obtenga una lista del massismo -al que en el PJ dan por seguro que los va a volver a acompañar, como dijo la semana pasada el diputado José Glinski- es probable que haga mella en el volumen total de sufragios del mundo peronista.
Heridos y beneficiados
Si esta estrategia se confirma, y en octubre una lista del FR logra captar votos del universo justicialista, los grandes beneficiados serían los otros dos espacios mayoritarios, como Despierta Chubut y La Libertad Avanza. En el caso del sector de Milei, sería un efecto rebote en el que no han tenido participación alguna; y en el caso del “nachismo”, está claro que nada de lo que ocurre en Chubut escapa a la mirada y las influencias del gobernador.
De hecho, a la hora de hablar de heridos de los últimos tiempos, no todo se agota en el resentimiento de Molina hacia Luque, sino que -por ejemplo- Alejandro Sandilo también fue perjudicado en el armado de 2023 y se quedó sin poder entrar a la Legislatura al ser ubicado en el puesto 8 de la lista.
Y si hablamos del papel de Torres, da la sensación de que no tuvo con Sandilo -quien mantiene su trabajo en el Estado- la misma actitud que con Ayala, a quien denunció como parte de un pacto de casta al querer entronizarse en un cargo en el ISSyS, organismo en el que ordenó que lo dieran de baja.
No es extraño que Ayala quiera quedarse entonces en la alianza con el peronismo, una actitud similar a la de Vanesa Abril, quien se sienta en la Legislatura en la banca pegada a la del presidente del PJ Chubut, Gustavo Fita, con quien mantiene una evidente sintonía política en los últimos tiempos.
Conociendo la manera de trabajar del gobernador Torres, sería una ingenuidad creer que va a mirar esta feroz disputa dentro del FR desde afuera, más aún cuando un resultado que dividiera listas en la oposición favorecería a su propuesta electoral, en un ajustado pronóstico de reparto de las dos bancas en juego.
Como es evidente, el armado de estrategias en cada partido no es endógeno, sino que inevitablemente repercute en el resto. Todos los partidos terminan siendo piezas de un rompecabezas con una imagen final que deriva en una oferta electoral hacia la gente: no es lo mismo que haya cuatro listas que ocho, porque los votos se reparten distinto.
Nada es casual, ni mucho menos inocente en esta partida de ajedrez. Por un lado, se oficializan nuevos sellos libertarios, que van a buscar dividir el voto oficialista nacional. Y en la oposición, el panperonismo debe resolver donde jugará, con la mirada atenta de un oficialismo provincial muy activo.
Todo está por verse, y cualquier cosa es posible. Si le interesa la política, la recomendación es que se compre un pote de pochoclo y se ponga cómodo: el show está por comenzar.