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A 40 años del último recital de ‘Los Abuelos de la Nada’: sus anécdotas apasionantes en Chubut

 Hace cuatro décadas exactas, Buenos Aires vibraba con la energía única de ‘Los Abuelos de la Nada’ en el Teatro Ópera en una serie de shows entre el 14 y el 16 de mayo de 1985. Fue un momento emblemático donde Miguel Abuelo y su banda regalaron un show que aún hoy resuena en el corazón del rock nacional, un concierto que quedó grabado para siempre en la memoria colectiva y en un disco en vivo que es historia pura.

Miguel Abuelo, alma sensible y creador de esta leyenda, dejó huellas imborrables más allá de la capital. En Trelew, su encuentro con Gonzalo (un nene 10 años) que le pidió un autógrafo lo conmovió hasta las lágrimas mostrando la humanidad detrás del artista y el profundo vínculo que la banda supo tejer con el público patagónico. Quizás identificaba en ese chico a su propio hijo ‘Gato’ Peralta que años después- decidiría hacerse cargo del legado para honrar su memoria.

En el recital en el Gimnasio Municipal de Trelew, Miriam concurrió empujada por el fervor de sus amigas sin saber que iba a ser testigo de uno de los momentos más importantes del Rock Nacional en Chubut.

En diálogo con ADNSUR, ella recordó “era impresionante la personalidad de Miguel Abuelo en el escenario porque planteaba su sexualidad de manera abierta. En aquellos tiempos, era impresionante que presenciar esos momentos desde Chubut a los pocos meses de la recuperación de la Democracia. Era muy valiente y -visto a la distancia- un adelantado a su época”.

Tiempo después, se presentaron en el gimnasio Huergo de Comodoro Rivadavia con emociones de alta intensidad entre un público interesado en apasionarse en la nueva impronta del Rock Nacional luego de los años terribles de la dictadura militar.

Los Abuelos no eran una banda: eran un ritual. Sus letras, una mezcla de surrealismo, crítica social, espíritu festivo, la búsqueda de amor y sus shows eran ceremonias donde el público caía en trance.

“Teníamos algo místico como si alguien nos susurrara las canciones al oído”, admitió alguna vez Miguel. Esa aura los convirtió en símbolo de una generación hambrienta de libertad.

El espectáculo en el Teatro Ópera fue más que un recital: fue un vendaval de pasión con las primeras canciones eternas como “Lunes por la madrugada”, “Sin Gamulán”, “Chalamán”, “Zig Zag”, “Vasos y Besos”, “Tristeza de la Ciudad” y el estreno de Andrés Calamaro con “Costumbres Argentinas”, temas que aún hoy emocionan y acompañan a quienes crecieron con ellos.

Hoy, 40 años después, Los Abuelos de la Nada siguen siendo un símbolo de la música argentina, un puente entre el pasado y el presente que nos recuerda que la sensibilidad y la mística pueden transformar un simple concierto en un momento eterno de la cultura nacional.

Andrés Calamaro, otro pilar fundamental, también forjó una relación especial con la Patagonia. Sus shows en Comodoro Rivadavia y Neuquén marcaron etapas clave en su carrera, y su talento trascendió la música para componer la banda sonora de la película “Caballos Salvajes”, un símbolo más de su conexión con esta tierra.

Daniel Melingo, exmiembro de la banda, aportó su arte filmando la película ‘Reparo’ en Puerto Pirámides, sumando a la mística que rodea a Los Abuelos y su vínculo con la Patagonia, un territorio que parece haber inspirado y cobijado a estos músicos en momentos cruciales.

La banda siempre tuvo una mística especial, una mezcla de alegría, rebeldía y poesía que la hizo única.

Su música es un espejo de contradicciones: alegría melancólica, caos con poesía. Canciones como “Tristeza de la ciudad” resuenan hoy con ironía y esperanza. ‘Los Abuelos’ hablaban de un país que se desangraba pero también de su belleza oculta. Su vigencia prueba que el rock, cuando es honesto, no envejece.

En el 2016, el pasado y el presente chocaron en el Personal Fest. Sobrevivientes de la formación original revivieron clásicos como “No te enamores del marinero Bengalí” y “Costumbres Argentinas”. El público, entre lágrimas y gritos, coreó cada verso.

La herencia no se apagó. “Gato Azul” Peralta, hijo de Miguel, tomó la posta en 2022. Con una formación renovada, llevó a los Abuelos de gira nacional. “Es mantener viva la llama, pero con nuestra voz”, explicó.

Este aniversario celebra un concierto y extiende su abrazo a una historia de sensibilidad, amistad y pasión por la música que cruzó generaciones y geografías.

La emoción de Miguel Abuelo en Trelew, la energía de Calamaro en la Patagonia y la creatividad de Melingo en Puerto Pirámides son capítulos que enriquecen la leyenda de Los Abuelos.

El espectáculo en el Teatro Ópera fue más que un recital: fue un ritual de encuentro entre músicos y público, una ceremonia íntima que dejó canciones eternas que aún hoy emocionan y acompañan a quienes crecieron con ellos.

Hoy, 40 años después, Los Abuelos de la Nada siguen siendo un símbolo de la música argentina, un puente entre el pasado y el presente que nos recuerda que la sensibilidad y la mística pueden transformar un simple concierto en un momento eterno de la cultura nacional.

Porque Los Abuelos no solo tocaron en la Ópera: tocaron el alma de un país entero, y esa melodía sigue sonando fuerte, intacta, como aquella noche inolvidable de 1985.