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“Nos dejó en paz”: conmoción y dolor por la muerte de una conocida cantante de folclore

 En el mundo de la música folclórica argentina, cada voz representa un puente entre tradición y contemporaneidad. Cuando una cantante innovadora irrumpe en ese equilibrio, aportando su propia sensibilidad, el impacto trasciende el escenario y llega al corazón del público. Lamentablemente, cuando esa voz se apaga demasiado pronto, el vacío que deja resuena con aún más fuerza en quienes compartieron su canto.

La lucha contra enfermedades severas como el cáncer se convierte, a veces, en una batalla que trasciende lo físico. Revela la fortaleza interior, la pasión y el compromiso de quienes se niegan a dejar morir su luz. Esa resistencia, esa pasión puesta al servicio de la música, transforma el arte en un vehículo de sanación, inspiración y legado.

En las últimas horas, se conoció la triste noticia de la muerte de Lucía “Luvi” Torres, a los 36 años, luego de luchar durante dos años de combate contra un cáncer agresivo.

Torres, deja a su hija preadolescente y un legado artístico marcado por la fusión del folklore tradicional con géneros contemporáneos.

Desde pequeña, Luvi mostró su inclinación por el canto lírico, se formó desde los ocho años, pero su pasión la llevó al terreno del folklore contemporáneo y étnico, donde se consolidó como una voz distinta y potente. Su sello incluyó la fusión de elementos ancestrales con rock y pop, y sus presentaciones junto a artistas como Lito Vitale y Miss Bolivia consolidaron su lugar en la escena musical.

Con Vitale, su talento fue reconocido en eventos emblemáticos. Formaron parte de la orquesta que interpretó el himno nacional con instrumentos autóctonos, en el Monumento a la Bandera en Rosario, y se presentaron en la Casa Rosada durante la asunción presidencial de Alberto Fernández en 2019.

En tanto, Vitale recordó a Luvi “desde el dolor” y la definió como “una amiga talentosa, llena de luz y creativa”. Afirmó que ella afrontó la enfermedad “con fe y mucha consciencia de las energías positivas”. Reflexionó: “Su final fue triste, pero lo transitó con consciencia, lo que no disminuye el dolor de todos los que la queremos y extrañamos. Cuando fallece un artista tenemos la revancha de su obra que queda para siempre… nos dejó, en paz y le dejó enseñanzas a su hija.”

Desde el INAMU, se destacó su capacidad para fusionar el canto ancestral, el folklore, el rock y el pop, así como su habilidad con instrumentos nativos como el bombo legüero, la caja chayera, la guitarra y el bichito cordobés. Su obra discográfica incluye los álbumes Ser el agua, Uoaei, el EP Transelementes y varios singles que aún pueden escucharse en plataformas digitales.

La artista también fue fundadora de los proyectos Cantar Sana y Ser Canto Medicina, espacios dedicados a la sanación mediante el canto, donde cultivó la idea de que la música puede ser motor de bienestar emocional y espiritual.

Con información de Noticias Argentinas, redactada y editada por un periodista de ADNSUR