La actividad física en la tercera edad no se trata de una carrera contra la vejez, sino del camino para vivir más saludable, ágil y vital. Sentirse joven a pesar de los años es un secreto que algunos adultos mayores de Comodoro Rivadavia y Rada Tilly compartieron a viva voz.
Era feriado y en Jungla Box a nadie le importaba, el cuerpo se ejercitaba igual en una clase de dos horas. Como en una maraña, piernas, brazos y pesas se mezclaban en una sola escena. Un parlante sonaba a su máxima potencia y Duki cantaba: “La firma pa´los cheques, los cheques pa´mí porque yo los gané…”.
En un rincón más tranquilo del salón, Héctor Braun (73) y Beatriz Echenique (69) entrenaban bajo la mirada atenta de Diego Guevara, uno de los profesores y propietario del gimnasio. Su espacio estaba delimitado por conos fluorescentes, una pequeña zona de resguardo, frente a la intensidad general. Ambos comenzaron hace apenas unos meses y se están adaptando al ritmo.
Para Diego, armar las rutinas de Héctor fue un desafío: él trabajó toda su vida en la construcción, le gusta la milonga, pero nunca había pisado un gimnasio. Beatriz, en cambio, encontró en el newcom —una variante del vóley adaptado para adultos— un motivo para moverse, después de años sin actividad física.
Beatriz cuidó a una persona con una enfermedad terminal y notó que su cuerpo se volvía rígido. Héctor perdió la vista hace cinco años debido a una condición congénita que, agravada por un ACV, aceleró su deterioro visual. Ambos atravesaban situaciones en el cuerpo que los incomodaba y decidieron modificarla.
“Queremos llegar vitales a la muerte, y aunque la edad trae achaques, hay que hacer un esfuerzo para estar mejor. Nada bueno se logra sin trabajo”, reflexionó Beatriz.
En una entrevista con ADNSUR, quienes encarnan una madurez llena de vida, compartieron sus secretos para llegar a la vejez con juventud.
ACTIVIDAD FÍSICA: LA MEJOR FORMA DE MANTENERSE SANO
Envejecer es un hecho inevitable y forma parte del ciclo natural de la vida, y luchar contra esto es una batalla perdida, por más estrategias que las personas lleven a cabo.
Raúl Miguel es médico cardiólogo y transmitió algunas premisas básicas respecto a estos procesos: “Nacemos para envejecer y, a partir de los 35 años, el cuerpo comienza a perder la memoria muscular; por eso, es muy prudente comenzar con actividad física y mantenerla”, indicó el doctor.
Si bien a los 60 años se ingresa oficialmente en la tercera edad, Miguel señaló que el estado físico no siempre coincide con la edad cronológica: “Hay personas de 40 años en peores condiciones que las de 70.”
La atrofia muscular puede detenerse e incluso revertirse: “Lo importante es entender que la actividad física no debe abandonarse”, aseguró.
Diego, desde su rol como profesor, coincidió: “A veces llegan personas preocupadas porque no pueden levantarse del sillón o agarrar algo del piso. Eso los vuelve inseguros en la vida cotidiana”.
El movimiento, sostiene, mejora la fuerza, la coordinación, la masa muscular y hasta la capacidad cognitiva.
Héctor y Beatriz ya lo sienten: él dejó de sufrir dolores de rodilla y encuentra en el gimnasio una forma de despejarse mentalmente. Ella nota que su agilidad vuelve, paso a paso, y se motiva con cada pequeño logro.
HISTORIAS DE VIDA, ACTIVIDAD FÍSICA Y VEJEZ
Que la actividad física constante solo trae beneficios es casi una ley, y cada uno debe practicarla en su justa medida y acorde al contexto particular. Envejecer no debería ser la condición que limita, y en estos párrafos hay quienes comparten su experiencia, no solo en dichos, sino también en hechos.
Liliana Spinzanti tiene 71 años y hace casi 20 años comenzó la práctica de yoga porque su objetivo era dejar de fumar.
“Siempre fui un poco vaga, pero cuando vi los beneficios que me brindó el yoga, tuve otro compromiso con la actividad. Voy también a musculación por la osteoporosis y con mi compañero caminamos mucho”, compartió Liliana.
Yaya Yoga está es el centro en donde Liliana realiza sus prácticas, está ubicado en la calle Álvaro Barros 45 de km3. A través de su puerta la música suave se escucha siempre y por las ventanas se filtran las voces de las instructoras que guían las prácticas.
Cada vez que Liliana llega, se saca su calzado y lo guarda en la habitación donde todos dejan sus pertenencias antes de iniciar la clase. Majo, la profesora, la guía al subir la escalera, ya que Lili, como la conocen todos, perdió la vista hace 40 años.
“Cuando era chica, en gimnasia me escondía detrás de una columna para correr menos. Hace muchos años descubrí los beneficios de la actividad; quiero ser independiente y no necesitar a nadie para atarme los cordones”, relató Liliana.
Reconoció que no busca vivir más años, solo los que el universo le regale. Sin embargo, los que sean, tendrán que ser lo más saludables posible para no entorpecer la vida de nadie.
Lleva más de la mitad de su vida sin visión, pero eso no fue una limitante, y la desarrolló de la manera más plena que pudo, trabajó, tuvo 4 hijos, y comparte sus días con su compañero de vida. Es posible que haya tenido obstáculos, pero no ocupa el tiempo en eso, Liliana siempre ve el vaso lleno.
“El yoga es una disciplina que te genera tranquilidad y confianza. Es la unión del cuerpo, el espíritu y la mente. Yo estoy muy agradecida con mis maestras”, expresó Liliana.
DESPUÉS DE LA PÉRDIDA, LA MONTAÑA
La vida activa se puede encontrar en todos los rincones y así fue que ADNSUR dio con Eva Martínez, una mujer de 80 años que vive en Rada Tilly.
Eva realizó actividad física de manera constante: desde patín y natación en su juventud, paddle y carreras de pedestrismo; también hizo dos cruces de los Andes.
“Comencé a correr porque me casé con un hombre muy deportista y me cansé de ser aguatera”, recordó entre risas Eva.
Para ella, el deporte es una rutina y lo fue adaptando a los diferentes momentos de su vida. Vivir activamente siempre fue su opción.
Su esposo falleció hace 3 años y ese hecho la replegó un poco: “Sentí que me quedé en banda”, relató, pero de a poco volvió a la normalidad, otra diferente, pero activa al fin.
“Estaba desmotivada, me había encerrado mucho y comencé hacer senderismo en Rada Tilly. Esto me sirvió para conocer gente y obligarme a salir, también hago pilates”, expresó Eva.
Eva está convencida que, aunque hay achaques que llegan naturalmente por la edad, siempre hay algo que se puede mejorar: “La cabeza es el motor, no hay que entregarse al sillón”, culminó.
Estas historias muestran que la edad no limita, sino que redefine. La actividad física fortalece el cuerpo, estimula la mente, promueve la autonomía y renueva las ganas de vivir. A cualquier edad, moverse es la mejor decisión.