Por estos días, recorrer las carnicerías de Comodoro Rivadavia deja una imagen que se repite: precios algo más bajos que meses atrás, pizarras con “ofertas” a simple vista, y mostradores con cortes que, sin embargo, no se mueven.
En un contexto de crisis económica que golpea fuerte en el bolsillo de los vecinos, la carne dejó de ser prioridad incluso en muchos hogares donde siempre lo fue. Y los carniceros lo viven a diario.
“Ha bajado un poquito, un 10% será. Pero el problema es que no hay consumo, no hay plata en Comodoro”, resume sin vueltas un carnicero de la zona céntrica, en diálogo con ADNSUR. Su análisis es claro: “Lo que ha bajado es la carne grande, la que no se vende. Algunas carnicerías tiran los precios abajo para poder vender algo”.
El impacto se nota en los cortes populares. Actualmente, un matambre ronda los $ 13.500 el kilo, el vacío sigue firme en $ 18.500 y el asado se consigue entre $ 14.900 y $ 15.000 en carnicerías de calidad.
Sin embargo, en otros comercios se puede ver el costillar a $ 12.500 o incluso $ 12.000, pero con una advertencia: “Tenés que ver la calidad. La carne que viene del norte, por ejemplo, no es garantía total. Es de animales grandes, y no siempre es buena”, detalla en referencia a las restricciones que se levantaron tras la flexibilización de la barrera sanitaria.
La diferencia entre precios responde a múltiples factores. Una de ellas es el tipo de animal: mientras algunos frigoríficos bajan cortes de animales más grandes —menos tiernos—, otras carnicerías apuestan por calidad sostenida y no bajan precios porque “saben lo que venden”.
Además, el fenómeno se alimenta del contexto. “Hay carnicerías nuevas que bajaron todo, pero no hay consumo, ese es el grave problema. Hoy tiramos la oferta de carne picada: 2 kilos por $ 17.000… porque no se vende. Es la realidad”, afirma el comerciante, con tono resignado.
La escena que describe no es excepcional: “Lo veo diario. Hoy la economía está muy complicada. Hay gente que te compra $ 2.000 o $ 3.000 de carne picada para una familia entera. Antes te llevaban cortes, ahora priorizan el precio”.
A pesar de las ofertas, el panorama general no mejora. “El vacío no ha bajado, porque es calidad. También vendemos de primeras. En otros lugares sí ha bajado mucho porque no se vende”, añade.
Y lo mismo ocurre con los mayoristas: “Siempre lo vas a ver vos, hay mayoristas que venden barato porque tienen espalda. A los demás, nos toca vender lo que nos toca: animales grandes, animales chicos. Y si vas a comprar en un lugar donde te dejan elegir, es otra cosa”.
Así, la fotografía del mercado cárnico en Comodoro es un espejo del consumo general. Los precios, si bien bajaron levemente en algunos cortes, no alcanzan para activar las ventas. Y la frase que repiten en los comercios se impone con fuerza: “No hay plata, no se vende”.