El informe mencionado proyecta un pico de producción petrolera en Estados Unidos en esta misma década, y una posterior caída que podría ser acelerada si no se incrementa la inversión en exploración y tecnología. El problema, según los analistas, es estructural: los pozos de shale tienen declives más rápidos que los convencionales, y la tasa de reposición de reservas se ha vuelto cada vez más exigente.
Estados Unidos, el modelo que inspiró el desarrollo de Vaca Muerta, podría enfrentar una merma de su capacidad productiva hacia 2030. Esto ocurre en un contexto donde el acceso al financiamiento para el sector está bajo presión por criterios ambientales y por una percepción creciente de que el techo de rentabilidad podría haber sido alcanzado.
Aunque el límite geológico podría correrse, el freno más visible hoy es la perspectiva de un precio internacional en baja, ante la decisión de la OPEP+ de incrementar sus cuotas de producción. Con el crudo WTI (que se toma como referencia en Estados Unidos) en 61 dólares, las inversiones en la formación Pérmica empiezan a retraerse, porque el límite de viabilidad es de 65.
EL POSIBLE EFECTO ESPEJO EN LA PATAGONIA ARGENTINA
Durante años, Vaca Muerta fue presentada como la solución a muchos de los problemas económicos de la Argentina: la llave para el superávit comercial energético, la atracción de inversiones extranjeras, y la fuente de divisas genuinas.
Sin embargo, la dependencia de subsidios estatales, el alto costo del fracking, la escasez de infraestructura (como el gasoducto para exportaciones) y ahora la incertidumbre global, abren interrogantes sobre la sostenibilidad.
Si Estados Unidos empieza a desacelerar su producción por razones estructurales y financieras, los inversores podrían replegarse también de países con mayor riesgo político y económico, según advirtió la publicación británica.
Compañías como Chevron y BP ya anunciaron conjuntamente 15.000 recortes de empleos a nivel mundial, mientras que los recortes presupuestarios, sumados a Exxon Mobil, alcanzan los 1.800 millones de dólares.
Aun cuando Horacio Marín ‘bravuconeó’, fiel a su estilo, hace un par de meses cuando dijo que Vaca Muerta podría seguir produciendo con un barril a 45 dólares, los análisis que se leen a nivel internacional abren por lo menos un signo de pregunta sobre esa afirmación.
A la vez, el mundo avanza (aunque lentamente) hacia una transición energética que prioriza renovables y eficiencia, lo que también puede limitar el atractivo del shale en el mediano plazo.
Por lo pronto, las señales del escenario internacional reflejan hoy que el ciclo de expansión fácil para el petróleo no convencional podría estar acercándose a su cierre, o al menos hacia una fase de menor crecimiento.