Banner-cabecera-Cable-Canal

El Bolsón: un incendio subterráneo en Mallín Ahogado reveló una veta de carbón de millones de años

 En medio de la reciente ola de frío polar, un inusual foco de fuego subterráneo encendió las alarmas en El Bolsón. El fenómeno ocurrió a pocos metros del ingreso a la reserva natural ANPRALE sobre la costa del río Blanco y cerca de su confluencia con el río Azul, donde nubes de vapor saliendo del suelo alertaron a vecinos y al personal del SPLIF. Lo que parecía un rebrote del incendio Confluencia terminó revelando un hecho geológico extraordinario: una veta de carbón mineral, vestigio de un antiguo mar que cubría la región hace millones de años.

Agustín Quesada, geólogo y director del Geomuseo de El Bolsón, fue convocado por el SPLIF para evaluar el evento. En diálogo con InfoChucao, explicó que el fenómeno no se originó por raíces quemadas, sino por carbón mineral de origen terciario, un combustible fósil que se encuentra en capas enterradas a menos de medio metro de la superficie.

“Estamos hablando de un depósito geológico de entre 20 y 40 millones de años”, precisó Quesada. “Ese antiguo mar dejó pantanos costeros que con el tiempo se soterraron y formaron estas rocas con contenido de carbono. La Cordillera los levantó hace unos 15 millones de años, y hoy algunos afloramientos están muy cerca de la superficie”.

La veta tenía apenas 30 centímetros de espesor, pero bastó una chispa del incendio forestal de baja severidad que afectó la zona para iniciar una combustión lenta y difícil de extinguir. “Lo que lo delató fue el vapor, producto del calor atrapado bajo tierra que se filtraba entre las piedras heladas”, explicó.

El evento permitió visibilizar no solo una situación geológica rara, sino también un rasgo identitario de la región: la Cuenca del Ñirihuau, que se extiende desde Bariloche hasta Cholila y guarda en su interior fósiles marinos, capas de carbón e incluso emanaciones naturales de gas y brea, como el manadero del Alto Río Ñirihuau o el venteo de gas cerca de la Escuela 41 en Las Golondrinas.

“Turba, carbón, gas… todo forma parte del mismo sistema sedimentario. Son huellas de un paisaje muy distinto al que vemos hoy”, explicó Quesada, quien destacó la importancia de contar con espacios como el Geomuseo, no solo como centro educativo y de divulgación, sino como herramienta para acompañar a instituciones locales en el manejo responsable del patrimonio natural y geológico.

El Geomuseo funciona en el centro de El Bolsón y es una iniciativa de la Fundación Coopetar, con apoyo científico de la Universidad Nacional de Río Negro y el CONICET. “Es un privilegio para mí poder devolver algo a esta comunidad desde el conocimiento”, concluyó el geólogo.