La noticia de la muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras generó una fuerte conmoción. A los 47 años, la exboxeadora había sido internada hace dos semanas tras sufrir un ACV. A pesar de que en las últimas horas había mostrado una mejoría, este lunes por la tarde se confirmó su fallecimiento.
Pocos minutos después de la triste noticia, se viralizó en las redes un fragmento de una entrevista que “Locomotora” le dio a Alejandro Fantino, donde hablaba de la muerte y aconsejaba disfrutar la vida.
“¿A qué le vas a tener miedo, si nos vamos a morir? ¿A qué? ¿A qué le podés tener miedo? La gente le tiene miedo a todo, a todo. Si te vas a morir, ¿a qué le podés tener miedo?”, se pregunta “Locomotora” en el video, ante la atenta mirada de Fantino.
“Luchá, dale para adelante, hacé lo que sentís, hacé lo que querés. Sé vos, sacá la mejor versión de vos mismo. Hacé lo que sientas, por eso viniste a este mundo. Es un regalo la vida. Disfrutala, sentila, vivila”, insiste durante su alocución.
Por último, concluye: “Ama mucho, hacé amigos, reíte mucho. Porque ya va a llegar la oscuridad, el final. ¿A qué mierda le vas a tener miedo si te vas a morir?”.
UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN
Alejandra “Locomotora” Olivera no llegó al deporte por gloria o por tradición familiar. Su historia, marcada por la pobreza, la violencia y la exclusión, la empujó a los guantes como una herramienta de defensa, de empoderamiento y, sobre todo, de supervivencia.
“El boxeo lo elegí porque no tenía otra, no tenía ni para comer”, dijo alguna vez sin vueltas, tal como resaltó la agencia Noticias Argentinas.
Crecida en condiciones de extrema vulnerabilidad, Oliveras fue víctima de violencia de género desde muy joven. En una de las situaciones más traumáticas de su vida, su entonces pareja llegó a herir a su hijo.
Fue ese hecho el que la empujó a entrenarse para poder defenderse. Así fue como, a los 14 años, comenzó a golpear bolsas, sin pensar que eso le abriría un camino profesional. El boxeo fue, en sus propias palabras, su segunda oportunidad: “Ahí volví a nacer”, recordaba.
Su debut, sin embargo, fue tan improvisado como revelador. A los 17 años, aceptó subirse a un ring en una pelea entre vecinas, convocada por un exboxeador que la escuchó contar su historia por radio.
Su potencia y su hambre de revancha llamaron la atención de inmediato. Lo que comenzó como un acto de resistencia se transformó en una carrera de alto nivel: fue campeona del mundo en seis oportunidades, en tres categorías distintas, y se convirtió en una de las boxeadoras más reconocidas de América Latina.
UNA FIGURA CON INFLUENCIA FUERA DEL RING
Pero su impacto trascendió el cuadrilátero. Oliveras fue también símbolo de lucha y superación, una voz potente contra la discriminación y la violencia machista.
“Me decían que no era mujer, que era un marimacho. Le gané a todo eso, arriba y abajo del ring”, dijo en una entrevista reciente. En sus últimos años, motivaba a través de redes sociales, daba charlas, estudiaba Psicología y entrenaba a jóvenes con historias parecidas a la suya.
La “Locomotora” peleó hasta el final. Su legado, mucho más allá de los cinturones, quedará como ejemplo de que el boxeo puede ser mucho más que un deporte: puede ser una forma de salvarse.